La lana mineral es considerada como uno de los mejores aislantes que existen. Su uso en la construcción está muy extendido en cubiertas, suelos, falsos techos, tabiques divisorios, forjados, protección de estructuras o cerramientos exteriores, y se compone, principalmente, de materiales naturales: arena silícea -para la lana de vidrio -y roca basáltica -para la lana de roca-.
Su origen se remonta a comienzos del siglo XX en Hawái, fruto de la acción natural que producían los volcanes. A raíz de este descubrimiento, se dio con la manera de fabricar este material de manera artificial.
Gracias a sus múltiples beneficios, son una de las grandes apuestas en las soluciones de aislamiento térmico y acústico de Sto. ¿Queréis saber por qué? En el post de hoy os contamos algunas de sus ventajas.
Ventajas de la lana mineral
-
- Son naturales. El impacto ambiental y la sostenibilidad se han vuelto cada vez más importantes a la hora de elegir un material de aislamiento adecuado. En este caso, su origen es arena y vidrio reciclado. Por tanto, están comprendidos por recursos naturales con una durabilidad de miles de años. Es un material reciclable.
- Gran ahorro de energía. El ahorro energético durante su uso en un edificio es mucho mayor que la energía utilizada para su fabricación. Gracias a sus particularidades como aislante térmico, consigue mantener el calor en invierno y el frío en verano. Esto se traduce en un gasto de energía altamente inferior al de una construcción tradicional y a un ambiente de confort extremo en el interior del inmueble.
- Atenuación acústica. Su naturaleza filamentosa permite que las ondas sonoras que penetran en la lana mineral se amortigüen, haciendo que las ondas sonoras transmitidas o sonido reverberado disminuyan. Su efecto de muelle consigue propiedades de aislamiento acústico en cada uno de los espacios y elementos donde se incorpore.
- Durabilidad. No se degradan con el tiempo y mantienen sus prestaciones incluso más allá de la vida útil del edificio. Su durabilidad estimada es de 50 años.
- Son ignífugas. Por lo que, en caso de incendio, no producen humo y permiten ganar tiempo. Esto asegura cierta seguridad en el interior del inmueble.
- Evitan humedades por condensación en el interior. Es permeable al vapor de agua. Gracias a esta característica, la vivienda o edificio respira a través de sus muros y se reducen las posibilidades de formación de humedades y condensación.
- Facilidad de colocación. La lana mineral tiene gran adaptabilidad ajustándose a las irregularidades de los distintos elementos constructivos y pasos de instalaciones, dando continuidad al aislante y reduciendo los posibles puentes térmicos y/o acústicos. Además, tienen infinitos usos y aplicaciones, siendo aptos tanto para edificios de nueva construcción como para la rehabilitación.
Gracias a estos beneficios, su uso se está extendiendo enormemente en nuestro país. Según AFELMA (Asociación de Fabricantes Españoles de Lanas Minerales Aislantes), en 2018, las ventas en España de lanas minerales aislantes crecieron un 18,4%, hasta situarse en 2.792.245 m3, lo que supone un incremento de 434.000 m3 sobre el ejercicio anterior.
¿Cómo se obtienen?
La lana de roca se obtiene a partir del proceso de hilado obtenido gracias al calentamiento (hasta alcanzar los 1500 grados centígrados) de rocas basálticas volcánicas y mineral coque. En su estado líquido se consiguen unos “hilos”, que, posteriormente, en su estirado y enfriamiento, se entrelazan.
Por su parte, la lana mineral es el resultado de la transformación del mineral sílice (vidrio), calentando hasta 1600 grados centígrados. En este caso, el estado líquido de la fundición permite obtener hilos-fibras entrelazadas.
Y vosotros, ¿os unís a la moda del aislamiento con lanas minerales?